Hoy vamos a compartir temas vitales en nuestra vida, de los que muchas veces no hacemos conciencia: nuestro origen, nuestro destino y la conexión entre ambos.
La palabra Origen, que deriva del término latino orīgo, refiere al comienzo, inicio, irrupción, surgimiento o motivo de algo, y en cuanto a este comienzo de la vida humana y de la de cada ser hay muchas teorías… también las hay de nuestro destino.
Destino es un término derivado también del latín, destinare, hacer puntería en un blanco, que se relaciona con “meta”. Llamado también fatum o hado, se define al destino es una fuerza sobrenatural incambiable que determina el futuro hacia el que nos dirigimos. Y en esto de incambiable, me permito disentir, más allá de que así lo dictamine el significado de la palabra.
Podemos afirmar que nuestro destino está condicionado por nuestro origen, por nuestro karma, por nuestra genética, etc. O podemos decir que aún con estos condicionamientos, reconociendo nuestro origen, y realizando un trabajo de auto-conocimiento, podemos transformar nuestro destino.
Creer en un destino incambiable, indicaría que todo trabajo que realizamos sobre nosotros mismos, espiritualmente hablando, no acarrearía ningún efecto, ya que si el destino está sellado, no hay forma de modificarlo.
La mayoría de los movimientos espirituales, consideran que es posible modificar nuestro destino con un serio trabajo sobre nosotros mismos. Ese trabajo, comienza con la aceptación, o más profundo aún, asintiendo, diciendo que sí a nuestro origen… a nuestros padres, ancestros, a la vida como nos fue dada, incluso, diciendo que sí a los destinos difíciles de nuestros ancestros, porque así, es como nos vino dada la vida.
El paso siguiente es reconocer nuestras luces y sombras, y saber que el lugar donde nos encontramos hoy, es la consecuencia de nuestros actos y decisiones. Desde la astrología, también se verifica, que como seres cósmicos que somos (casi todas las creencias afirman un origen divino, celestial, y un final asociado al cielo también) influye en nuestra vida la configuración planetaria al momento de nuestro nacimiento (carta natal) y el tránsito de los planetas durante nuestra vida.
Reconociendo sinceramente nuestro estado en todos los niveles: físico, mental, emocional, espiritual y vínculos, podemos buscar la conexión de este estado con nuestro origen: ancestros y carta natal. Meditar también sobre nuestras acciones (causa) que nos ubican en nuestra realidad presente (consecuencia) y reflexionar sobre qué es necesario modificar en nuestra vida para que nuestro destino sea diferente, si es que así lo deseamos.
Resulta claro que no podemos modificar nuestro origen, pero sí orientar nuestro destino. Descubrir nuestra misión en la vida y actuar en consecuencia. Parece una gran meta, que requiere un importante trabajo interno, y que es posible con las herramientas necesarias.
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Consúltanos las fechas y comienza este nuevo año construyendo tu destino, sanando, evolucionando…
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